8 años sin Luciano Arruga. Por Patricio Pellegrini.
“(…) - No boludo, te acordás? Eramos re pibes. ¿Qué teníamos 16? (…)”
Tratá de recorrer en la mente, atravesá la nostalgia que te invade el pecho.
¿Qué estabas haciendo a los dieciséis?
Volvé a la adolescencia, o capaz fue hace unos días, o capaz los estás por cumplir. 16.
Sin lugar a dudas, no la tenías tan clara como seguro no la tenés.
Te faltaba bocha por aprender, por conocer. Nos falta.
Ayer en Sourigues le preguntaba a un amigo del barrio
-¿Che negro, qué hacíamos a los 16?
- Boludeábamos, no sé pero no estudiar seguro – contesta mientras fuma una pitada.
Reímos a media sonrisa. Agridulces.
La pregunta y la respuesta unen algo, él no sabía quién era Luciano Arruga.
No sabía porque ese nombre nos acongoja el habla a tantos.
No sabía de la ironía que cabe en ese apellido.
Cuando dijo no saber sobre él. Se cambió el día.
Ahí estábamos.
Escuchábamos de fondo "Copla", de Salta la Banca, y leíamos para informarnos de él.
Tratamos de atravesar surcos en nuestras mentes, ¿Qué hacíamos hace 8 años?
Él ya tenía 16. Yo los estaba por cumplir. Recordamos juntarnos en la esquina.
Fumar a escondidas cigarrillos sueltos, y juntarnos a jugar a la play.
Hace ocho años, Luciano se iba a jugar al Sega con dos amigos hasta el mediodía.
Volvía a la casa le pedía algo de guita a Mónica, quien le daba lo que tenía: 25centavos.
Vivía en Lomas del Mirador. Precisamente en el barrio 12 de Octubre, que es apenas una manzana dentro de Lomas del Mirador.
Con esas monedas apuntó al kiosco a comprar un cigarrillo suelto, se pone a hablar con la kioskera y le dice de sus ganas de terminar el secundario. “Quiero regalarle el título a mi hermana”.
Lo leemos. Lloramos. Seguimos leyendo y el ambiente se llena de rabia.
Nunca lo vi así de enojado. Masticaba bronca, y dolor. Pero siguió indagando sobre su historia.
Santi Aysine de fondo le contaba que leía a Julio Verne. Mi amigo agacha la cabeza.
Le cuento de cuando me enteré que lo encontraron. Estaba en la facu. Recuerdo que lo primero que pensé fue en mi hermana, quien me hizo conocer el caso.
La historia de un pibe que nos cambió la mirada, sin dudas. La llamé. Lloraba.
16.
Luciano se enfrentó a un policía que lo invitaba a robar, le decía que le liberaba la zona, como continúan haciendo. Que podía tener mejores zapatillas. Él le dijo que si quería otras zapatillas se las pedía a su hermana. ¿Te gusta vivir de las mujeres? Fue la respuesta que recibió.
Cuando uno es lindo debe aprovechar, soltó Luciano tratando de zafar de ese tenso momento.
Después de eso lo persiguieron. En septiembre de 2008 fue llevado a un destacamento de Lomas del Mirador, detenido de manera ilegal.
Lo tuvieron en la cocina.
Vanesa, su hermana, escuchó el maltrat
o que recibió Luciano. Golpes, insultos.
Lo acusaron del robo de dos celulares.
Acusación nunca comprobada. Pero sirvió para demorarlo.
Luciano ya no cartoneaba. Tenía miedo. Luciano dejó de salir a bailar.
Luciano se levantó. Luciano no arrugó.
Proyectó terminar el secundario. Admiraba a su hermana.
El 31 de enero de 2009 Luciano fue interceptado por un patrullero.
Se enfrentó a la policía, se negó a robar. Desapareció.
Mónica y Vanesa, su familia, se levantaron.
No se cansaron, y no se cansan de luchar.
El 17 de octubre de 2014 apareció el cuerpo, que figuraba como NN.
No sabemos cuántos Lucianos siguen habiendo, y por eso seguimos gritando, luchando.
¿El Estado? Desaparecido.
¿Los derechos de nuestros pibes de los barrios? Desaparecidos.
¿Luciano? Luciano está más presente que nunca.
Hoy mi amigo conoció a Luciano. Mi amigo no tiene ganas de callar injusticias.
Se lo contó a su hermana. Se lo contó a su vieja.
Ocho años después, Luciano sigue apareciendo.