El presidente ruso, Vladímir Putin, aprobó en el día de hoy un proyecto de ley que despenaliza la violencia de género apartándola de la legislación penal para convertirla en una falta civil. La sanción administrativa consta de una multa de 550 euros y 15 días de trabajos comunitarios. El proyecto habia sido presentado hace dos semanas por miembros del Parlamento.
La nueva ley establece que la violencia doméstica será penalizada solo cuando el agresor reincida y vuelva a golpear a su pareja o a un miembro familiar en el plazo de un año. Además del pago de una multa de 550 euros, también se determinó que la justicia no actuará de oficio, sino que las víctimas deberán reunir todas las pruebas y acudir a los tribunales.
En un país donde las cifras de mujeres golpeadas diariamente por sus parejas llega a 36.000, la nueva ley del Parlamento Ruso es más que alarmante. Se detalla que la medida influirá sobre los casos de violencia "doméstica", pero preferimos llamar a las cosas por su nombre: el 74% de quienes la sufren son mujeres y el 91% de ellas es violentada en manos de sus parejas; la medida busca invisibilizar e institucionalizar la violencia de género.
Según datos confirmados en un estudio realizado en 2012 por el Ministerio de Interior de Rusia, anualmente entre 12 mil y 14 mil mujeres son asesinadas en Rusia por sus parejas o familiares. En 2015, el mismo ministerio aseguró que alrededor de 50 mil mujeres habían sido víctimas de la violencia doméstica. Cifras preocupantes que lejos de ser barridas bajo la alfombra por el Estado, ameritarían serias políticas de género en torno a la prevención, sanción y erradicación de la violencia hacia las mujeres.
La senadora rusa Yelena Mizúlina, autora del proyecto de ley, argumentó que si se producen sólo “moretones y rozaduras”, la agresión estará libre de responsabilidad y no ingresará en el sistema penal. Sólo si las lesiones son graves el hecho será considerado como una ofensa penal. "En la tradición cultural de la familia rusa, las relaciones entre padres e hijos están construidas sobre la autoridad de los padres; y las leyes deben apoyar esta tradición familiar”, dijo la senadora en defensa del proyecto.
Claro que no hay nada nuevo en ese planteo conservador y fundamentalista de las estructuras familiares: las tradiciones hegemónicas siempre ubicaron a la mujer en el último lugar de la fila de la historia y, consecuentemente, las leyes también respaldaron siempre esa distribución de posiciones. La tarea hoy es desnaturalizar los roles asignados y no permitir que se avance en la institucionalización de ningún tipo de violencia de género.
La nueva ley rusa es sin duda una de las medidas mas regresivas en los últimos tiempos en materia de violencia de género. Miles han sido los reclamos y las movilizaciones del movimiento de mujeres en todo el mundo para reivindicar sus derechos y sus conquistas, con la ardua tarea de la deconstrucción de estereotipos que la ubican en una posición inferior y merecedora de discriminación y violencia machista. Justo cuando creíamos que se estaba entendiendo algo, acá estamos: explicando que no sólo los golpes son violencia de género y que la vida de ninguna mujer se compra con 550 euros.