Esta es la historia de Hecho Social Club, un proyecto que en este 2017 cumple 10 años y donde el fútbol es una excusa para cambiarle la vida a las personas que viven en la calle. Allí asisten personas de todas las edades: desde chicos hasta adultos de 55 años, pasando por jóvenes de entre 20 y 30 años. Por Agustín Cassano (@CassanoAgus).
Charlamos con Sergio Rotman, quien está en este proyecto desde el comienzo y actualmente es el Director de la organización. Lejos de que Sergio sea un señor con saco y corbata o CEO de una empresa, él es director técnico de Hockey y como postura política en su vida tomó hace 15 años la decisión de ayudar al de al lado y así lo hace con Hecho. Te invitamos a conocer esta gran historia que mes a mes suma adeptos:
-¿Qué es Hecho Social Club y qué objetivos tiene?
-El objetivo es reinsertar a la persona en la sociedad. Hecho Social Club empezó en San Telmo como parte del proyecto social y deportivo de la revista Hecho en Buenos Aires, en la cual trabajamos la inclusión desde el trabajo.
Primero surgió la idea de generar una actividad de recreación entre el equipo de cooperantes de la revista y los vendedores de la misma, por lo que se comenzó con un taller de fútbol. En paralelo surgió la idea del mundial homeless de fútbol calle (es decir, de personas que viven en ella), entonces a partir de ahí empezamos este esquema de enfocarnos a una organización exclusivamente dedicada al deporte como herramienta de inclusión.
-¿Cómo te involucraste en el proyecto?
-Estoy desde la concepción. Era el tesorero de la organización Hecho en Buenos Aires, venía de muchos años de actividad con el hockey enfocado, también, a una mirada más componedora y humana que competitiva, dirigiendo toda la rama B de hockey de Quilmes. Cuando surgió la posibilidad de hacer deporte, en Hecho Buenos Aires, comenzamos. Era entrenador de hockey pero soy hombre de fútbol. Junté las dos pasiones: trabajar en una organización social con fuerte contenido y además jugando al fútbol.
-¿Qué resultados tuvo?
-Empezamos a ver enseguida que tenía un enorme impacto en la gente que asistía. Entonces era una herramienta super poderosa que bien explotada y aprovechada podía generar enormes resultados positivos y así fue.
-¿Cómo fue llevar a la gente que vive en la calle?
Una locura. Fue y sigue siendo, pero con esto uno genera un poco más de convicción en el trabajo.
Rotman nos cuenta que cuando los jóvenes se acercan a entrenar, dejan su carro, con el cual cartonean, en la puerta de los polideportivos y se disponen a sus órdenes para jugar al fútbol y pasarla bien.
-¿Dónde se entrenan?
-Empezamos entrenando en la plaza que está en frente de la Facultad de Ingeniería en Paseo Colón. La primera pelota de fútbol que tuvimos duró dos semáforos. Después logramos entrar en el gimnasio de la Facultad y entrenábamos dos veces por semana. Luego en una canchita en San Telmo y en el club San Telmo hasta que vimos la oportunidad de los polideportivos públicos, que creímos que eran espacios necesariamente proclives a nosotros para inculcar el uso del espacio público y transmitir los derechos a nuestra comunidad. Estuvimos en el Polideportivo Martín Fierro en San Cristóbal y hace varios años estamos en el Polideportivo Don Pepe en Barracas. Hoy trabajamos en Barracas, en Malteria de Hudson, en el Parque Indoamericano y Quilmes.
-¿Cómo se encara la tarea de ayudar socialmente a la gente teniendo en cuenta que están en una situación de vulnerabilidad?
-Lo que nosotros les podemos ofrecer es brindarles una herramienta para que puedan volver a creer en ellos y eso es lo poderoso y mágico del fútbol. El fútbol te anima a hacer un montón de cosas que difícilmente con otras propuestas se puedan lograr. Que venga a jugar al fútbol un tipo que está tirado en la calle, que no duerme bien y se alimenta mal, que está sucio y cuenta con muchas carencias y entender que puede ser parte de un grupo y que eso ya le va a dar un mejor reconocimiento personal porque empieza a ser parte de algo, eso deriva a que tarde o temprano pueda elevar el autoestima y se pueda sentir un ser humano útil.
-¿De qué manera se les dice “venite a jugar”?
-Nunca tuvimos que ir a buscar gente y decir “che necesitamos gente”. Nosotros empezamos a jugar los sábados a la mañana y arrancamos con 50 jugadores. Pasaban las semanas y seguían siendo 50 llueva, haga calor o frío, ahí estaban igual. Y uno mismo ahí empieza a darse cuenta que no tienen otra cosa, entonces esto es la gran motivación. Y fue allí cuando empezamos a ver la fuerza que tenía esto, que ellos contra la voluntad o contra los escollos naturales estaban.
-¿Cuál fue el primer Mundial Homeless de fútbol calle al que asistieron?
-Al de Suecia en 2004. Y desde allí hasta Glasgow 2016 fuimos a todos los Mundiales.
-¿Cómo fue la primera vez que fueron al Mundial de fútbol calle?
-Una absoluta utopía. No teníamos antecedentes ni conocimiento de cómo era ir a un evento así. Estábamos a menos de una semana y no teníamos pasaportes ni pasajes, pero estábamos convencidos de que íbamos a viajar y lo hicimos. Se dio en ese momento el apoyo de un periodista y una acción de marketing en la que nos dimos cuenta del alto impacto que éste tiene para seducir voluntades porque el dueño de una agencia de viajes nos vio en vivo en una conferencia de prensa que estábamos dando y nos otorgó los pasajes que luego se los fuimos pagando a lo largo de un año.
-¿Qué cambió desde el primer Mundial hasta el último en ustedes y en los jugadores?
-Cambió el objetivo, aunque siempre supimos que la competencia es la excusa. Cambió que pudimos ordenar el proyecto de año completo, y no estar preparando un equipo para cumplir una presentación en el exterior sino de hacer el trabajo un poco más interno donde el Mundial es el sueño de todos pero pasa por al lado. Trabajamos cotidianamente en el deporte inculcando el cambio cotidiano.
Entonces, si no está el Mundial estará la Copa América o habrá otro tipo de evento que también les permite ser parte de un grupo y estar relacionados activamente con el deporte. El enfoque hacia el Mundial dejó de ser prioritario, aunque es el sueño de todos. Y es a partir de ese sueño que generamos un pacto de intercambio donde muchos demuestran o tratan de hacer un esfuerzo que probablemente no harían y lo importante es que cada uno, en las condiciones que está, se dé cuenta de que puede hacer ese esfuerzo y pudo dar ese paso. Y si pudo dar ese paso por un objetivo, uno puede empezar a imponerse otros objetivos personales, y desde ese lugar es donde creo que está la verdadera fortaleza. Que en el medio estamos jugando al fútbol, bárbaro; pero el fútbol es la excusa. No nos vamos a poner locos si no ganamos un partido o un campeonato.
Muchas veces nos va a tocar que seamos de lo peor y no porque el equipo esté mal entrenado sino porque futbolísticamente no estén dadas las condiciones por el grupo que tengamos o que haya jugadores que tengan mínimas habilidades futbolísticas. Nosotros privilegiamos el paso adelante que van dando, ese esfuerzo de superación. Siempre nuestro mensaje es “el resultado no importa”.
Lo que sí importa es que cuando vamos a jugar al fútbol lo hagamos de la mejor manera, no tirarme a hacer la plancha en la mitad de la cancha.
Después aceptamos que somos el país de Maradona y Messi, pero también de todos estos pibes que tienen que salir adelante y van a poder salir adelante, con la camiseta Argentina y cantando el himno y firmando autógrafos. Pero son pibes que están en una situación socioeconómica muy distinta.
-Cuándo llegan al país en el que se disputa el Mundial, ¿qué se les pasa por la cabeza?
-Es una locura. En estos años nos habrá tocado uno o dos que se subieron a un avión, ni que hablar estar en otro país y hablar otro idioma o estar con tanta gente que habla otro idioma. Desde la calle ellos interactúan con los turistas acá (en Buenos Aires) y algunos han aprendido a hablar, pero tener trato cotidiano con un montón de gente de otra parte que habla otra lengua y tiene otras culturas y religiones es un valor muy fuerte. Nos reciben muy bien.
Una de las cosas que nos impactó fue que en uno de los mundiales nos recibió Inglaterra en la puerta del hospedaje, con aplausos y abrazos, y los pibes no lo podían creer. Decían “¿cómo los ingleses…?” ¿Y por qué no? ¿Qué tienen que ver ellos con las cuestiones políticas? Entonces ahí se empiezan a barrer un montón de barreras culturales y escollos a los que uno tal vez no está habituado y son más que nada juicios que nacen de la política y de los medios.
Sergio Rotman nos comenta que tratan de asemejarse a un club de fútbol como Boca, River, San Lorenzo, etc “con las limitaciones lógicas, comprendiendo las falencias físicas, médicas, alimenticias y de todo orden de salud”. Tratan de ser ordenados porque para jugar al fútbol hay que ser ordenado en todo aspecto y tener un grupo, que lo tienen. Un grupo unido que va para adelante siempre.
Desde hace cuatro años, Hecho Social Club juega en una liga de fútbol 5 en la que han tenido muchos pedidos de sus jugadores para llevárselos a otros equipos, pero Sergio antes de que los chicos se vayan, o luego de, busca (junto a los demás miembros de Hecho) que ellos se formen y eduquen.
Hecho Social Club fomenta que quienes forman parte del club consigan un empleo y si es que ya lo tienen guiarlos para fortalecerse o los hacen estudiar para que puedan obtener uno mejor. A quienes no terminaron el secundario los ayudan a terminarlo. “Uno de los chicos terminó el primario y era abanderado”, afirma Sergio y lo destaca como un enorme logro. Cuenta que también hay dos chicos que están realizando una carrera universitaria. “Algo impensado cuando comenzó este proyecto”, comenta Rotman.
-¿A qué organización pertenece el torneo que juegan los fines de semana?
-El torneo es de una organización vinculada a la inclusión que se llama Gays Apasionados por el Fútbol (GAPEF). Ellos crearon una liga que se hizo muy fuerte y competitiva, en primera instancia con equipos exclusivamente de jugadores homosexuales, después nos invitaron a nosotros y por un tiempo fuimos el único equipo heterosexual. Después fue creciendo más todavía y eso hizo que fueran entrando más. Para nosotros es fabuloso ese evento, como lo fue que las mujeres jueguen la Liga Femenina en Quilmes.
Las mujeres también participan de Hecho Social Club. Incluso los mundiales de fútbol calle son mixtos y una mujer en el equipo por lo menos participaba, pero Rotman cuenta que eso lo hacía aún más excluyente. Entonces se promovió un Mundial de futbol calle femenino para que las chicas puedan también tener su torneo.
-¿Qué objetivos tienen para este año?
-Tenemos propuestas para ir a Oslo y a Miami. Nos invitaron a jugar con el equipo de fútbol femenino un campeonato de fútbol 11 en París.
El horizonte para este año es fantástico porque podemos desarrollar mucho el fútbol de calle a nivel femenino (en el 2016 las chicas ganaron el Torneo Apertura y estuvieron muy cerca de lograr el Clausura).
Vamos a trabajar con los municipios y con la provincia. En Quilmes la inserción municipal fue interesante, lo que les estamos planteando a los municipios es hacer proyectos de fútbol calle. Y con la Provincia de Buenos Aires queremos organizar un torneo mensual de un sábado por mes que vaya migrando de municipio en municipio. Creemos que es un evento de alto perfil y a la Subsecretaria de Deportes de la Provincia le interesó.
-¿Hay relación con los clubes como Boca, River, San Lorenzo?
-Tenemos la idea de que este año podamos hacer una liga con los hogares de gente en situación de calle y los cinco grandes del fútbol argentino. Los tenemos a todos apalabrados para hacer un evento fuera de la cancha de cada uno, en la calle pero al lado de la Bombonera, el Cilindro de Avellaneda, etc.
-Cuando ves lo que pasa en AFA y el fútbol profesional, ¿qué opinás?
-Me parece un espanto, pero es un problema social. Lo de los clubes es un problema de Argentina, pero de actitud democrática. Yo digo que somos un país poco experimentado, a pesar de todo lo que hemos vivido, pero en las experiencias que se muestran en los comicios nos demuestran eso, y esto último se traslada a los clubes. Los clubes son de los socios y los socios no tienen ninguna injerencia, y los clubes son los dueños de la AFA. No puede ser que la AFA tenía un dueño y ahora tiene otro dueño porque viene impuesto por una voluntad política.
Lo que pasa es que en el fútbol hay un gran negociado y nadie se sincera con eso. Lamentablemente, creo que esto está todo muy bien digitado para que los clubes sean Sociedades Anónimas Deportivas y veremos qué es lo que va a pasar con los clubes de ascenso y con los clubes de barrio, que tienen un enorme valor en el deporte argentino. Los grandes deportistas olímpicos del país salieron de clubes de barrio y si vos seguís matando eso, va a pasar lo mismo que con los semilleros (por los potreros, que cada vez hay menos).
-¿Qué es la política para vos?
-Creo que la política es el ejercicio conjunto de proyectar mejorías en la sociedad. En realidad es lo que debiera ser, la política debe ser eso. Después vienen las degradaciones pero somos todos responsables de cuanto más lugar se le da a la degradación política.
Tengo un profundo desconcierto en el momento actual en el que creo que se va a volver a perder el interés en la política y eso está mal porque ventajeros hubo siempre, pero en los momentos en que se los había logrado correr un poco, y aún sin correrlos, inspirar que la juventud entendiera que la política era un medio de transformación se va a perder porque es evidente que el poder de la información de los medios es más grande que el del debate, del compromiso y del aprendizaje. Hay que ser muy grande para entenderlo e interpretarlo. Por eso digo que estamos con una sociedad muy ingenua que necesita crecer muchos escalones y todo esto se va a traducir en el ejercicio barrial y no defender tantos colores políticos sino las ideas, cuando acá muchas ideas son maltratadas y bastardeadas. Eso es lo grave.
-¿La entendés como herramienta para modificar cosas sobre todo el deporte?
-No sé si estaba tan creído que el deporte era una herramienta para modificar realidades y estos 15 años me lo han demostrado. Debo ser el primero en haber cambiado radicalmente la opinión sin estar tan convencido, entonces si doy lugar a que evidentemente vale el trabajo cotidiano silencioso porque se transforma una realidad, o dos o diez, pero empezás a sumar y hoy me miro y me veo rodeado de un montón de gente que han transformado sus realidades. Entonces estamos obligados a ser gestores de ese puente, y en ese sentido es una herramienta fabulosa. El deporte siguiendo la visión política de la transformación.