Reflexiones tras el retiro de Manu con la camiseta albiceleste. Por Agustín Cassano (@CassanoAgus).
La naranja vuela y suena la chicharra, el marcador está 82-81 en favor de Serbia. Los balcánicos ganarán el partido y volverán a repetir el triunfo que 2 años antes, en la final del Mundial de Indianápolis 2002, jugando todavía como la Selección de Yugoslavia, les dio el campeonato ante el mismo rival. Pero no. Por los azares del destino, o por algo así como una premonición del futuro cercano, la pelota se mete en el aro y Manu cae de palomita para que luego todos sus compañeros se tiren encima suyo. Argentina gana el primer partido que disputaría en el grupo de la muerte de Atenas 2004.
Lo cierto es que la leyenda de la Generación Dorada se comenzó a forjar en Indianápolis, cuando Argentina venció a Estados Unidos (que era local y favorito, como siempre en básquet, a ganar el Mundial) en su país. Para mi memoria visual Indianápolis es nada. No recuerdo haber visto ni un solo partido. Tenía 9 años y recuerdo estar (todavía) frustrado por la pronta eliminación del Mundial de la Selección Argentina de fútbol. Pero allí empezó todo, en el lugar en que el juego se inventó y con la victoria 87-80 a los que mejor saben jugarlo en el universo.
Atenas 2004 fue la cumbre con la medalla dorada y el hito del oro se dio porque Manu atinó a su instinto de gran jugador (que en ese momento era pero que, luego de esto, no hubo ninguna duda) al que se le acababa el tiempo y solo le quedaba tirar y que la suerte decida.
Luego del oro en los Juegos Olímpicos, Emanuel Ginobili pasó a ser el porqué de que yo empiece a ver NBA. Ponía a los Spurs porque jugaba Manu. Y porque sabía que en cada punto estaba haciendo historia.
Una historia que lo hizo ser el ganador de cuatro anillos de NBA, todo porque se superaba una temporada tras otra, y no dejaba de sorprender (y lo seguirá haciendo porque jugará toda la 2016-2017).
Sus dobles y triples, su disciplina, compañerismo e inteligencia hicieron que muchos chicos conozcan y comiencen a practicar el básquet, todo porque Manu lo hacía.
La Selección Argentina pasó a ser la mejor de la historia del deporte argentino porque jugaba Manu, pero no lo hacía solo ya que los Scola, Nocioni, Oberto, Montecchia, Pepe Sánchez, Delfino, entre otros, acompañaban con la misma intensidad y pasión; todo porque Manu inspiraba.
No tomamos dimensión de quien se retiró ayer, seguramente cualquier revisionismo histórico del deporte en los próximos 100 años pondrá en el Olimpo de los mejores deportistas argentinos a un basquetbolista y ese será Manu. Todo porque verán esa palomita de Atenas y sus posteriores hazañas. Todo porque Manu.
El Panamericano de Toronto no lo jugó por impedimentos físicos, pero la voluntad y la pasión se animaron y le dijeron a Manu que sí, que podía estar en Río 2016. Todo el atrevimiento porque es Manu.
Algunas veces, el tiempo es un amigo y aliado, como esas milésimas que permitieron el 83-82 en Atenas, pero muchísimas otras es un enemigo que te dice basta porque tu tiempo ya pasó y ahora sos una leyenda, todo porque sos Manu.
Fue la época dorada del basquetbol argentino. Por los Nocioni, Scola, Delfino y demás personajes obligatoriamente claves. Pero también lo fue porque jugaba Manu.
Anoche, de todos los jugadores que había en la cancha, el que más títulos de NBA tenía no era un yanqui, era un argentino. Todo porque estaba Manu.
Miles de argentinos seguirán viendo el deporte que tiene a cinco jugadores en una cancha. Bahía Blanca es y seguirá siendo una de las capitales del básquetbol argentino. Muchos chicos mirarán videos de San Antonio o de la Selección Argentina en 2078 y pedirán una pelota naranja en vez de una blanca con gajos negros.
Muchos abuelos y padres contarán qué fue la Generación Dorada. Miles de clubes barriales y otros no tanto se sentirán inspirados en esa generación de oro del básquet nacional. Miles creerán y podrán. Los sueños ya no tendrán el adjetivo imposible a partir de ahora.
Todo esto será porque, una vez, un hombre de 1, 98 cm salió de su Bahía Blanca natal a cumplir su sueño.
Todo porque Manu…