Gabriel Michi, periodista que trabajo en la Revista Noticias, amigo y compañero de José Luis Cabezas, el foto-reportero asesinado el 25 de enero de 1997, publico en las redes sociales una carta recordándolo. Gabriel, hoy es parte de Radio América, uno de los tantos medios en conflicto en donde sus trabajadores se encuentran resistiendo su cierre. Reproducimos escrito. Por ANRed.
"¿Cómo no voy a ser feliz si hago lo que más me gusta y encima me pagan por hacerlo?"
La frase sintetiza, con su toque de humor, la pasión que sentía José Luis Cabezas por una profesión que lo llevó a revelar lo que peligrosos poderes oscuros pretendían mantener oculto. Lo expresaba cada vez que alguien le preguntaba por su trabajo. Por ese compromiso en la búsqueda de la verdad lo asesinaron un 25 de enero de 1997. Fue el ataque más violento a la Libertad de Expresión desde el retorno de la democracia.
La foto que ilustra este recuerdo fue la última que tuvimos juntos. Él era el reportero gráfico que ilustraba las notas que yo escribía en esa temporada en Pinamar para la revista Noticias. Mientras nos tomaban esa foto juntos, afuera de la casa del empresario Oscar Andreani -y luego en la puerta de la casa de José Luis- estaban al acecho sus asesinos. Horas después ocurría uno de los crímenes más atroces de la historia argentina. Un crimen mafioso. Un crimen que pretendía el silencio.
Los periodistas y reporteros gráficos, junto a toda la sociedad, salimos a la calle a reclamar justicia por José Luis. Y también por todos nosotros. El "No se olviden de Cabezas" se convirtió en un grito de dignidad, un emblema de defensa de la libertad y de esta profesión que tanto amamos. Y que él tanto amaba.
Pasaron casi 20 años y hoy, en este Día del Periodista con cientos de colegas sin trabajo, la pelea es otra.
Pero a la vez es la misma. De alguna manera, seguimos reclamando justicia pero también seguimos defendiendo la Libertad de Expresión. Luchamos por el periodismo con quienes se abrazan a la búsqueda de la verdad.
Hoy me toca estar en otro tipo de pelea, codo a codo con mis compañeros de Radio América, quienes me sorprenden día a día con su fuerza y su compromiso. Y con muchos otros que ponen su garra y su solidaridad como en aquellos años tan difíciles. Sabemos que la única batalla que se pierde es la que se abandona. Y que la impunidad de los inescrupulosos no puede ni debe triunfar. Nosotros, los periodistas, debemos levantar esas banderas. Para honrar a quienes confían en nosotros, a los que creen en nuestras palabras. Y para honrar a aquel que dio su vida por esta pasión.