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Las claves para entender el acuerdo de Argentina con los fondos buitre

El gobierno de Mauricio Macri desembolsó 9.300 millones de dólares para pagarle a los grupos especulativos holdouts y busca lanzarse al mercado de capitales y atraer las inversiones privadas extranjeras. Los preparativos previos de la nueva excursión argentina en Wall Street y lo que depara al país a la espera de “dólares frescos”.

Mientras la inflación superará el 5% en abril, según todas las mediciones privadas, y los aumentos tarifarios llegan hasta el 300% en el caso del gas, del 375% para agua, de hasta el 500% en la luz y el 100% en transporte, algunos sectores concentrados, en este caso los acreedores externos, siguen en su luna de miel con la nueva administración de CAMBIEMOS.

Los días previos al “arreglo”

El gobierno emitió deuda en dólares por 16.500 millones. Esto se hizo para pagarle a los buitres, para cubrir el déficit fiscal y (si quedasen capitales) para invertir en obras e infraestructura. Se trata de una cifra record para la Argentina.

Se calcula que este no será el monto definitivo sino que a lo largo de este 2016. Serán 22.000 millones los que emitirá el estado nacional, y también las provincias. Para tener una idea de lo exorbitante de esta cifra de endeudamiento, ni Brasil, México, Perú y Colombia, todos juntos en un año, llegan a igualarla.

Esta medida significó que el estado emitió cuatro títulos públicos en el mercado de capitales de Wall Street:

-Bono a 3 años (hasta 2019)- con tasa de interés de 6,25% y el monto emitido fue de 2.750 millones de dólares

-Bono a 5 años (hasta 2021)- con tasa de 6,875% para los que compraron por un total de deuda de 4.500 millones de dólares.

- Bono a 10 años (hasta 2026)- con tasa de 7,5% para los que compraron por un total de deuda de 6.500 millones de dólares.

-Bono a 30 años (hasta 2046)- con tasa de 8% para los que compraron por un total de deuda de 2.750 millones de dólares.

Si se compara con otras grandes emisiones de bonos, como la de la “expropiación” de YPF a Repsol, las tasas son comparativamente más bajas. En este caso se tomó deuda por 6.000 millones a una tasa del 12%. Sin embargo, a pesar de bajar las tasas, Argentina sigue siendo una tentación para los financistas internacionales ya que los réditos siguen siendo suculentos, comparados con otros países de la región. Considerando esto hay que decir que los accionistas en la Argentina duplican el capital invertido en sólo 8 años, mientras que en países como Brasil lo hacen en 11, en México en 16 y en Chile en 20.

Y llegó el día

El viernes pasado, la Argentina les pagó US$ 9300 millones a los fondos buitre y así evitaba el default técnico en el que había quedado tras el fallo de Thomas Griesa, que impedía que cobren los tenedores de deuda que habían entrado a los canjes de 2005 y 2010. Se les pagó a los acreedores italianos representados por Nicola Stock, y a los fondos buitre, entre ellos, NML Capital, de Paul E. Singer.

A esos 9.300 millones de dólares, el Gobierno prevé que los pagos totales ascenderán a US$ 10.500 millones (1.200 más), y que la quita sobre los reclamos de los holdouts será de hasta un 44 por ciento.

Con esto consumado, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay señala “una mejora del acceso al financiamiento para provincias y empresas”.

Algunas reflexiones

Se trata de una nueva victoria de los fondos buitres, que obedece a la propia lógica de su negocio. Su leitmotiv es entrar en riesgosos litigios para cobrar sumas siderales, a partir de inversiones insignificantes. A partir de esto, según el economista Claudio Katz, “cuando obtienen sentencias favorables exigen la percepción integra del dinero, sin la menor consideración por las consecuencias de su chantaje”. Se lanzaron brutalmente a cobrarle al país durante el gobierno del kirchnerismo, incluso cuando percibieron la disposición del saliente gobierno en pagarles fortunas a los litigantes del CIADI, REPSOL y el Club de Paris. Ahora, con Mauricio Macri en el poder, están descorchando el champagne.

El panorama que se les avecina es incluso más alentador ya que en los últimos años se discutieron incontables propuestas para limitar las acciones financieras de los especuladores y no se aplicó ninguna. El papel de Estados Unidos es preponderante en cuanto a esto ya que veta la instrumentación de los controles. Siguiendo con Katz, “los buitres gozan de la misma impunidad que mantienen los cobradores de altas bonificaciones por operaciones riesgosas o los artífices de la evasión en paraísos fiscales”.

 
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