Lo sucedido con el programa de VHM refleja el poderío económico del sector privado en cuanto al lugar que ocupan en la estructura total de los medios de comunicación en nuestro país.
La cuestión de la pauta oficial que, con discrecionalidad aplica cada gobierno de turno según la línea editorial que le convenga, parece ser el limite a la multiplicidad de voces y discursos que la LSCA parecía garantizar, al menos en los papeles. La situación es todavía más acuciante para algunos medios alternativos, como por ejemplo los no gestionados con finalidad de lucro, que no poseen una estructura que permita solventar sus costos operativos y obtener sus licencias y que no cuentan con un plan técnico, encargado del censo de medios que pertenecen al denominado tercer sector, entre otras cuestiones claves para garantizar la tan rezagada pluralidad democrática. Tanto VHM, quien tuvo antes de renovar su contrato con Continental una inédito ofrecimiento de 7 millones de pesos para dejar el aire de la radio, como, fundamentalmente, los demás actores que se encuentran fuera del circo de los “intereses compartidos” del poder de turno parecen estar destinados a “lucharla” todos los días.
